jueves, 30 de abril de 2009

Recuperemos la naturaleza

Para recuperar la naturaleza en San Andrés de Giles debemos modificar ciertos hábitos que conducen inevitablemente al deterioro acelerado de nuestra tierra.
He aquí algunas acciones saludables para mejorar nuestro ambiente:

Suspender la caza y el tráfico de especies.
Recuperar los animales silvestres que vivían en nuestros campos es relativamente sencillo, solo debemos dejar de ser sus enemigos número uno. No matarlos, no dañarlos ni asustarlos y convertirnos en sus guardianes puede hacer que pocos años volvamos a ver animales que hoy son absolutas rarezas.
Los animales silvestres pueden ser disfrutados gratuitamente: no es necesario darles de comer, ellos consiguen todo solos; no hace falta vacunarlos ni llevarlos al veterinario y podemos gozar de su presencia todo el año sin ningún esfuerzo.
Solo hay que dejarlos ser.
Denunciemos a todos los cazadores furtivos y a los cazadores de pajaritos que vienen de otros lugares “a hacer su negocio” a costa de nuestra fauna. No lo permitamos.
Un aumento de animales silvestres atraerá a turistas que buscan fundamentalmente el contacto con la naturaleza: los animales silvestres en nuestros campos forman parte de nuestro capital natural, no los matemos.

Generar ambientes para los animales silvestres.
La ganadería y la apicultura son actividades que necesitan del ambiente originario de San Andrés de Giles: el pastizal pampeano. El pastizal pampeano, lejos de ser un lugar “sucio y desprolijo” es el mayor refugio de fauna.
La ganadería es una actividad productiva que permite convivir con este ambiente tan necesario para la vida.
La apicultura también necesita de campos naturales con muchas flores ya que en un pastizal pueden hallarse más de doscientas especies viviendo juntas.
Al contrario, la agricultura de monocultivo elimina totalmente la flora natural y envenena sistemáticamente el suelo, el aire y el agua de las napas subterráneas y cañadas.

No todo lo verde es bueno.
La mayoría de los árboles de San Andrés de Giles son exóticos, es decir, extranjeros. Eucaliptos y casuarinas de Australia, paraísos y moreras de China, acacias negras de Canadá, fresnos de Estados Unidos, y un largísimo etcétera que incluye herbáceas, arbustos y trepadoras.
Fueron traídas desde hace años por nuestros abuelos desde todas partes del mundo y hoy estas plantas no cobijan a nuestros animales silvestres ya que éstos no se acostumbrarán nunca a ellos, o por lo menos no de la forma que lo hacían con las plantas originarias.

Plantas originarias.
Son el alimento perfecto de nuestros animales silvestres. Los pájaros las eligen para sus nidos, comen sus frutos, flores, corteza, raíces.
Nunca crecen demasiado ni se hacen plaga porque los animales silvestres las controlan y por eso atraen muchísimos animales hermosos como mariposas y aves.
En San Andrés de Giles son nativos el tala, el algarrobo blanco, el espinillo, el molle, el coronillo, el sombra de toro, el sauce criollo (no otro), el ceibo, el ombú, el chañar, el saúco, el fumo bravo, el anacahuita, el chal chal, el tarumá, el higuerón, el curupí, el ingá, el azota caballo, en timbó y muchos otros.
Reproducir estas especies ayuda a la naturaleza local a cicatrizarse.

1 comentario:

alejandro dijo...

Muy interesante el tema de la flora autóctona, a pesar de la introducción de las plantas de otras latirudes existen todavía las mencionadas como autóctonas o hay alguna extinguida?